El miedo no nos permite ser libres. Estamos acostumbrados a una comodidad que, muchas veces, ya empieza a ser incómoda. Creemos que tenemos el control, pero la vida nos pone delante situaciones que demuestran que no es así, que solo hay una pequeña parcela de nuestra vida que podemos controlar.
Entrar en el miedo nos baja la energía, sumiéndonos en una vibración de preocupación e incertidumbre, y eso nos aterra. Entramos en caos; nuestra mente empieza a buscar recursos para poder gestionar las situaciones inesperadas, nuestra parte emocional entra en pánico, sufrimiento y descontrol, y nuestro cuerpo físico comienza a generar cortisol, la hormona del estrés.
Debemos aceptar que no siempre ocurren las cosas como queremos o como creemos que deberían ser, y que, pase lo que pase, siempre hay una opción positiva y eficaz que nos permitirá salir fortalecidos de la situación. Pensamiento y actitud positiva siempre ante los desafíos que nos presenta la vida. Tú tienes el control, tú decides cómo quieres afrontar lo que viene desde fuera.
¡Siempre libres!