
MEDITACIÓN DIRIGIDA
Meditar nos induce a un estado de relajación, de calma, de introspección. En este estado nuestra mente se centra, nuestra emoción se calma y nuestro cuerpo físico se destensa y sana.
Cuando hacemos una meditación dirigida, guiada, entramos en un estado de consciencia alterado donde nuestro cuerpo no distingue entre lo real y lo imaginado, segregando todo de substancias que nos van a ayudar a un estado de bienestar, de confort y de sanación. Las meditaciones son canalizadas y siempre son diferentes según el grupo de personas y la vibración del grupo, haciendo pura metafísica desbloqueando diferentes partes de nuestro cuerpo y aportando tanto sanación física, como anímica.